Lo terapéutico del Teatro


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LO TERAPEUTICO DEL TEATRO I

Por: Francis Elizalde

Catalina Lladó, es Profesora de actuación, y terapeuta gestáltica; y ha trabajado con sus técnicas y su presencia para los trabajos de los SAT en los últimos años. Aquí nos presenta un artículo con el que desela los propósitos y los alcances de lo teatral.

«Lo terapéutico en el teatro, es por ejemplo, la posibilidad de recuperar el placer que todos hemos vivido en la infancia con los juegos. Retornar a esa capacidad de transformación y de ser
lo que uno imagina que es.
Explorar, descubrir, pelear, defender, conquistar, alegrarse, quejarse, reconciliarse, enamorarse, matar, morir, etc.…Son verbos que nos despertaron ese mundo maravilloso de la imaginación que llamamos ficción. Salíamos de nuestra realidad y nos poníamos en la piel del que representábamos ó de lo que representáramos.
Aprendimos a ser, imitando. Empezamos a relacionarnos con la vida, viendo como lo hacían los demás, y desplegando maneras que tal vez no veíamos, pero surgieron para poder ser vistos.
Y así fuimos creciendo.
Después, jugando, dejábamos nuestro personaje, nuestra vida real, y creábamos a otros.
Crear, nos sumergía en realidades que nos desvelaban la posibilidad de ser todos los papeles,
sin despreciar ninguno. ¡»Ahora un león, ahora un pirata, una flor, una ballena, un sol, una reina, un caracol, una ola, una hada, un cazador, un…..una….» Salir al mundo y ser parte de la gran realidad ¡Ése era el juego! Ser parte del mundo que veías, del que imaginabas y el que te contaban que existía.
Vivir esas identidades mientras: subías, bajabas, rugías, volabas, sentías… y una cosa te llevaba
a la otra, sin necesidad si quiera, de escuchar la palabra acción. ¡Qué interesante!
¿Puede el interés ser lo que impulsa todas esas acciones que el niño lleva a cabo? Si está interesado se entretiene, se relaciona con el otro, y con objetos reales ó imaginarios, explora mundos por los que va transitando, mientras juega.
Así en el teatro, en ese espacio que la realidad se llama ficción, como adultos podemos despertar el interés y ampliar el repertorio de nuestros aprendizajes. Reivindicando el juego de la vida,
querer estar de nuevo interesado en la faceta que en nuestro repertorio se agotó, ó donde uno se aburrió de repetir las mismas respuestas ó los mismos hechos.
Moldear tal como lo hace el artesano, poco a poco y con conciencia, un nuevo repertorio de expresiones, palabras, gestos, pensamientos que despierten en ti el interés por ti. Recuperar el aire fresco de la vivencia. Dice la sabiduría popular “renovarse ó morir».
Actuar te hace reflexionar sobre cómo has vivido, ó vives, y te invita a preguntas tales cómo «¿Y si aprendiera a expresar lo que realmente quiero y siento, sin que la norma sea la que responda por mí?»

LO TERAPEÚTICO DEL TEATRO II

Por: Francis Elizalde

¿Y si por un momento me intereso de verdad en creerme enamorado, y lo vivo hoy, en esta escena, con la fragilidad y el riesgo que nunca me he permitido vivir? ¿Y si saco esa fuerza
de guerrero que hay dentro de mí, y que me acostumbré a reprimir? ¿Y si fuera alguien, que puede volver a estar en intimidad con sus pensamientos, sin avergonzarse de ellos, y actuando como poeta, sonorizo esas palabras silenciadas?
¡¿Qué tal si realmente me intereso en sacarle el polvo a mi aventurero?¡
Vivir una de esas acciones a sabiendas que estás actuando es una buena manera de entretenerte, de relacionarte con el otro y como adulto utilizando objetos reales ó imaginarios explorar mundos mientras juegas.
En terapia uno va a las sesiones con la necesidad de ver y el deseo de aprender, reconociéndose cansado de sí, del otro, del mundo ó de Dios, sea este último representado en lo que uno crea. Necesitas entender, ver, reconocerte….no a través de la ficción del juego teatral, sino a través
de la ficción que es la vida real.
Es un interés común, el participar en esa obra -que es la vida-, con una buena caja de herramientas, para que puedas y, con el tiempo, aprendas a moldear artesanalmente viejas piezas, ó construir piezas nuevas – que, en nuestro caso, serán los comportamientos ó vivencias-. Así podemos convenir que, en el teatro y en la terapia, hay un movimiento de la conciencia.
La capacidad de darte cuenta de que, lo que sientes, piensas e imaginas, se abre como un abanico, desplegando un arco iris de posibilidades, que tú personaje cotidiano, ego,
tal vez ni sueñe.

Peter Brook extrajo estas palabras de un cuento sufí:
“…para poder ver otro aspecto de la realidad: su posibilidad de imitarse a sí misma…Dios inventó el teatro. El teatro será el lugar dónde los hombres aprenderán a entender los sagrados misterios del Universo…”
Un personaje al principio es letra sobre papel, ó imágenes en la cabeza del lector, que, a menudo, hablan de su vida; y no tanto de lo que el autor quiere contar.
Uno de los misterios del Universo, tal vez tenga que ver, con entregarse a lo que no existe,
es decir, al personaje. Y el actor colabora a que lo invisible se haga visible, poniéndose al servicio de lo que otro ha escrito y que por ser de la misma especie entiende, ó quiere entender.
Deja de ser y hacer lo que sabe y se dispone a adoptar la forma que el autor inspirándose en sí mismo y seguramente en alguien más, ha creado. A su vez el actor creará el personaje imitando
a otros y su “criatura” existirá mientras trabaje, para luego poder volver a su propio personaje cotidiano.
Así empieza una cadena en la que todo es de todos y la base es recuperar el placer que hemos vivido con los juegos y ser parte de la gran realidad.
Un actor es su propia herramienta de trabajo. Siendo su vida y su ser, en el más amplio sentido de la palabra, lo que aporta para actuar. Para el autor su herramienta de trabajo es la escritura, y claro está: su experiencia, su imaginación y el arte de saber escribir.
La situación que te plantea el personaje, casi seguro que no la has tenido en tu vida, ya que el lenguaje teatral dista mucho del lenguaje de lo cotidiano. El lenguaje dramático lleva el conflicto que se produce en una situación hasta su extremo, mientras que en la vida real, uno quiere vivir con cuantos menos conflictos mejor.
Uno cree que lo que vive es sólo patrimonio exclusivo, y sin embargo, al ofrecerlo como actor,
escribirlo como autor, lo convierte en patrimonio de la Humanidad. El teatro posee el misterio de convertir en universal, lo que de personal aporta el actor , lo que el autor inspirado en su vida y en la de otros, ha escrito y que el espectador entiende por su propia cosecha e imaginación.
El actor, el personaje y el espectador se juntan en una misma persona y experiencia:
¡Qué misterioso!

LO TERAPEUTICO DEL TEATRO III

Por: Francis Elizalde

¡Quién no ha tenido escalofríos, o se ha visto tomando partido por un personaje, o se ha sentido enamorado, o se ha reído al reconocerse en el escenario, o ha comprendido algo sobre las pasiones humanas, o con gran intimidad, sentado en el público, se ha descubierto pensando sobre la vida y la muerte, viendo Romeo y Julieta, Hamlet , Bernarda Alba , La Vida es sueño , La Gaviota , Casa de Muñecas o…?. Cuándo esta comunión se da, el tiempo desaparece y puede vivirse el misterio.

Actuar incluye la actitud de desprenderse de si mismo, y soltar tu personaje en público. Hacer esa práctica no es nada fácil, ya que, para ello, uno necesita estar en tierra de nadie, buscando ese nuevo ser. Eso incluye estar torpe ante los demás. Esa práctica de transitar por el “no sé como es, estoy investigando, construyéndolo” en “el rápido mundo de hoy en día” requiere coraje.
Ensayar cómo es vivir, relacionarte, expresarte de otra manera soltando la que ya conoces, es sano. Es sano porque abres el punto de mira y comprendes otras maneras de ver y ser. Haciéndolo, puedes mirar la vida como un juego en el que hay distintas maneras de estar y actuar. Disfrutar representándolo, comunicándoselo a otro, te deja el regalo de la memoria en el cuerpo.

¿Cuántas obras nos hablan de la dificultad de un personaje de ponerse en la piel de otros?
¿Acaso Bernarda Alba, siguiendo la norma social, no deja de escuchar la necesidad de sus hijas
o ponerse en su piel, hasta que acontece la tragedia? ¿No ocurre en Romeo y Julieta algo parecido, en el sentido , que la dificultad de los padres de ponerse en la piel de sus hijos y en el amor que estos sienten, les lleva a su muerte?

Y como espectadores, también tenemos el ejemplo de cómo desde el público uno se pone en la piel de los personajes. Como, en la famosa escena de los cómicos, Hamlet les pide a los actores que representen la historia de un rey asesinado por su hermano. Entre el público está el tío de Hamlet que reconoce los hechos y pide suspender la representación pues lo que ve se le hace insostenible.

¿No es el teatro, con sus grandes obras, una reflexión sobre la dificultad del ser humano de salir de sus casillas y emprender el camino de comprenderse y comprender a los demás?

El fin de la actuación es poner un espejo ante el mundo, dice Shakespeare. Actuar con conciencia nos agranda como personas.
Como dice Kevin Spacey (actor en American Beauty): “cuando represento un personaje termino convirtiéndome, no en mejor actor, sino en mejor persona”.
Esto es lo terapéutico.

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